Cuatro horas después

No me ha llamado. ¿Qué clase de persona es esta mujer? Primero muy indignada, luego muy molesta; ah, pero ella no parece ser muy puntual. Bueno, según los cálculos y los horarios que me dio Ana, apenas estaría aterrizando. A lo mejor todavía no sale del aeropuerto. Pero a lo mejor, ya llegó al hotel y simplemente no me quiere llamar por teléfono. ¿Por qué no aprendí a usar esa cochina nube? Mis problemas estarían resueltos. Dicen que puedes acceder a tus cosas desde cualquier lado.

Se acerca la hora. Mi editor no debe tardar y quedamos de repasar la propuesta. Este viaje a Madrid es para presentar la primera parte de esta nueva serie de libros, y yo, sin apoyos visuales ni textos ni nada. Me van a quitar mi avance por esto, y seguramente mis privilegios de no pasar por los filtros de la editorial. Debí aprenderme las cosas de memoria o algo. Esto no puede ser posible, no me importa si se enoja o me grita, necesito mi información. Tomo el celular, al dar un tap en la pantalla veo mi número telefónico. Rápidamente respondo.

—Dijimos cuatro horas.
—Todavía me quedan 10 minutos. Estoy a tiempo. Mira, este es el plan: Ya respaldé toda tu información y te voy a decir cómo accederla desde mi celular. Por lo pronto, y en lo que se me ocurre algo, tú te quedas con mi teléfono y yo con el tuyo.
—¿Hackeaste mi teléfono?
—No es hackear si tu password es 1234. No me interrumpas. Necesito que cuides ese teléfono con tu vida mientras lo tengas. No lo pierdas de vista, es más, no lo sueltes.

Me quedo en silencio un momento. Esta chica es intensa. Me gustaría conocerla más. Por lo que ha logrado debe ser muy inteligente, al menos buena con la tecnología. Quisiera poder curiosear entre las fotos de su celular, seguramente tiene varias de ella y sus amigas en el carrete pero, si pudo entrar a mí teléfono sin saber mi contraseña, ¿qué clase de seguridad tendrá en esta cosa?

— ¿Bueno?
—Me dijiste que no te interrumpiera. —La puedo escuchar poniendo los ojos en blanco. Me está divirtiendo molestarla de este modo.
—Ya terminé, puedes hablar.
—Queda pendiente el tema de las llamadas. ¿Qué hacemos con eso, oh, gran maestra?
—No me hables así.
—¿Así cómo?
—Con ese tono condescendiente. Como si me estuvieras haciendo un favor en recordarme algo que obviamente nos falta solucionar. Mira, primero te doy instrucciones para que veas tus cosas. O, ¿no te urge?
— Si, es muy urgente.

No entiendo porque esta tan enojada conmigo, pero me parece entretenido que me responda de este modo. Mientras me da indicaciones de como recuperar mi información se me ocurre que puede ser una buena idea que ella responda mis llamadas y yo las suyas. De este modo, tendrá que llamarme de nuevo.

— ¿Me entendiste?
—Claro que sí. ¡Eres un genio! Todo esta aquí. Si estuvieras frente a mi te daría un beso y un abrazo.
—No es necesario.
— Mi propuesta para lo de las llamadas es que tu tomes mis mensajes y yo tome los tuyos y nos hablamos dentro de 12 horas. Ha sido maravilloso este intercambio. Muchas gracias por tu ayuda, nos escuchamos en 12 horas. Bye. —Cuelgo.

Espero esta acción no ocasione que Mireya se enoje más conmigo. Pero en este momento, necesito ponerme a revisar mi presentación con mi editor que está llegando. Y luego los dos abordaremos el avión a Madrid. Si como beneficio agregado consigo que me vuelva a llamar, eso es ganancia que no tenía contemplada.

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