Asesina serial


No lo hago apropósito. No salgo a buscar a las víctimas de mis actos. Ellas se acercan, ellos lo provocan. Es su culpa. Su culpa.

Cada vez que va a pasar lo puedo sentir, se acercan a mi sigilosamente, dando vueltas, haciendo pequeños ruidos molestos. Es desquisiante, es su culpa, de ellos, no mía.

Trato, cuando siento el impulso, trato de controlarlo. Pero siempre logran colmarme el plato, su aspecto, el ruido que hacen, la manera en que se mueven. Lo hacen para molestarme, y lo logran, cada vez lo logran y eso es lo que me hace levantarme llena de furia y buscar un arma. La que sea. Deben morir.

He platicado de esto con algunas amistades y me han sugerido que cuando los vea venir me quede muy quieta, o que me cambie de lugar, que los esquive, que cambie la situación con tal de evitar más asesinatos. Lo he intentado, claro que sí he tratado, pero siempre llega ese momento en el que tengo que decidir entre su vida o mi sanidad mental. Y aunque suene egoísta, prefiero mi sanidad mental.

Y es que la verdad, cada que se me acerca uno de ellos, siento sus mugrosas patitas recorriendo mi piel, como si miles de ellos se enfilarán hacia mi con la intención de subirse y picarme, o meterse bajo mi ropa. ¡Y no lo soporto! Por eso cualquier chancla o trapo es bueno para matar a esas malditas hormigas, arañas, cucarachas, mosquitos, moscas, escarabajos incluso la inocente catarina que me atrapa por sorpresa, todos, ¡todos deben morir!

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2 thoughts on “Asesina serial

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