El cambio

Puedo hacerlo, puedo hacerlo. Me lo repito a cada rato, junto con: soy una mujer profesional y puedo lograr lo que me proponga. Tampoco estoy tan alejada de la realidad como para agregarle el “yo sola” porque en realidad no podría hacerlo sola. Pero hay muchísimas cosas que tengo que hacer por mí misma, y estas fiestas son parte de esas responsabilidades. La verdad es que las detesto, no es de esas actividades que como dice Katy: voy a ir y me voy a divertir. En un 98% de las ocasiones no me divierto y me la tengo que pasar escapándome de los asistentes. En su mayoría “caballeros” que desean algo más que invertir en mis aventuras empresariales y algunos que después de invertir sienten que compraron algo más que un par de derechos en el desarrollo… En fin, lo he tratado todo, y me sigo topando con estas joyas de la raza humana. Y son en gran parte por lo que no me gusta asistir, la otra parte: toda esa gente aburrida y falsa, y para ser honesta conmigo misma ya me canse de tratar de divertirme.

Una vez más, Katy realizo su magia: selecciono mí vestido, mis accesorios, me arreglo. Creo que le gusta que sea su muñeca de verdad. Y por mi está bien, soy totalmente inepta para estas cosas y me preocupa muy poco lo que uso de ropa. Si es cómodo me lo pongo, que fue la manera en la que nos conocimos Katy y yo. Creo que la ofendí visualmente y se ha tomado como  misión en su vida evitar que ofenda a más personas del mismo modo. Aun así, me respeta mis locuras y payasadas como los aretes de gatito que traigo puestos, y este case de perlitas y un conejo que mi pequeña Arwen porta orgullosamente. Sí, mi celular tiene nombre. Todos mis aparatos electrónicos tienen nombres de los grandes elfos mencionados dentro del Señor de los Anillos y mis discos duros tienen nombres de colores en japonés y tengo un script que le cambia el nombre a mi red Wi-Fi… bueno divago. Eso pasa cuando estoy nerviosa y no quiero hacer las cosas. Pero bueno, Arwen tiene instrucciones de sonar una alarma dentro de dos horas y me desaparezco.

Tengo el pretexto de que mañana comienza otro viacrucis, desgraciadamente nunca funciono eso de contratar una cara para mis negocios. La gente quería conocerme antes de hacer las cosas. Y la verdad es que yo vivo por ese meme que dice que odia a la gente madrugadora, las madrugadas y la gente… No a toda la gente, pero a la mayoría. Hay cosas que se pueden solucionar perfectamente por correo electrónico. Después de darme cuenta que las juntas y visitas y fiestas tenían que suceder, tuve que buscar a un publicista que me organizara los pequeños detalles porque muchas cosas escapaban a mi entendimiento. Como esta estúpida fiesta. Después de muchas batallas campales logré que Margarita, la publicista, me organizara dos bonches de fiestas y salidas al año. Dos meses en los que me resigno a conocer gente, falsificar sonrisas y estrechar manos; dos meses en los que presento productos y me comporto como un acto de circo itinerante, y pues, heme aquí. El primero del año. Todo Julio de tour, hablando de frivolidades, escondiendo mi ñoñes, y tratando de hacer negocios, en tacones altos y vestido de noche. Saludando de beso al décimo inversionista de la noche que hablaba de algún indicador económico irrelevante para mí, pero que el piensa que lo hace sonar inteligente. Sonrío de nuevo, y me disculpo. A lo mejor un vaso de alguna bebida de colores con sombrillita me ayude a pasar la última media hora.

Al llegar a la barra y ordenar una de esas bebidas de naranja, tequila y fresas y de negociarle al cantinero una propina extra por una sombrillita, puse a la pequeña Arwen en la barra mientras sacaba un billete de mi bolsa. El muchacho puso el vaso alto junto a mi mano y me comento  sobre mis aretes de gatito con una sonrisa amable. Wow, se sintió muy bonito, y me distrajo lo suficiente como para ignorar al animal que con su estúpido codo tiro el vaso con la bebida tropical directo sobre el hermoso case de Arwen. Afortunadamente mi madre no estaba cerca, porque no hubiera aprobado las palabras que salieron de mi boca en ese momento. No las dije muy fuerte, pero el cantinero sonrió un poco al escucharme. Inmediatamente puso un montón de servilletas, yo rápidamente desnude mi celular y lo puse lo más lejos posible del charco anaranjado. El idiota que ocasiono el accidente se molestó con el barista y lo regaño. Obviamente a mí no me pidió disculpas, y simplemente se levantó de la barra.  Yo estaba un poco preocupada secando el case y maldiciendo al desecho humano que ocasiono el accidente para notar que había un nuevo vaso junto a mí y el charco había desaparecido.

— Este va por la casa, amiga. Y porque nunca había escuchado a una chica linda maldecir como trailero. Me caíste bien. — me dijo con una sonrisa.

Sí, me sonroje. Me tome la bebida anaranjada con fresas y tequila lo más rápido que pude.  Yaya que tenía piquete. Vestí rápido a Arwen y salí a buscar al chofer que me estaba esperando para llevarme a la casa.

Tal vez sea importante comentar que yo casi no tomo, y que un poco de alcohol me noquea como si me hubieran pegado con una bolsa de ladrillos. Tal vez no debería de andar revelando estas cosas, el caso es que me quede dormida al día siguiente. Gracias a mi terrible paranoia, deje activas como 5 alarmas aparte de la de Arwen. Me desperté en la cuarta. Tome mis cosas y salí corriendo para alcanzar mí vuelo.

Después de pasar por todos los aros que te piden brincar en el aeropuerto, me senté con un café en la mano para por fin probar una de las apps de juegos recientemente desarrollada bajo unas especificaciones que encargue.  Al presionar el botón de inicio para abrir mi celular con mi huella digital, descubrí con horror que este aparato no era mi preciada Arwen.

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