Amor planeado

Amor planeado: Escribe el monólogo interno de una persona enamorada que planea cómo conocer a quien quiere.

    Todos los días pasa por aquí. Entre las 7:30 y 8:00 de la mañana. Estas cosas me hacen sonar como toda una acosadora oficial lista para que me saquen una orden de restricción. Lo bueno es que entro a trabajar hasta las 9:00. Moka, es lo que siempre pide. A veces se pone aventurero, o es fin de quincena y pide el café del día con mucha leche. Ahí va de nuevo la acosadora. Está bien, lo confieso, soy su acosadora de Facebook y de Twitter… y de Foursquare, y de mySpace, y también juego en línea con él. Si bueno, y que. No lo puedo evitar, son pequeñas oportunidades de decirle algo. Pero siempre fallo y sigo en la “friend zone”.
    Últimamente el plan  es tropezarnos mientras compramos café. Es algo peligroso, pero, te imaginas: El todo amable ofreciéndome disculpas por tirarme el café y ofreciéndome en recompensa por su torpeza, que nos tomemos una taza de café los dos juntos. Valdría la pena quemarme y manchar mi ropa. Pero ya tengo dos semanas viniendo a este lugar, y lo único que he conseguido es aprender sus costumbres sobre bebidas estimulantes. Y no lo puedo evitar. Cuando se llega el momento, me congelo. No puedo ni caminar y se me va la voz. Y solo abro y cierro la boca como los peces. Me doy asco. Sin embargo, aquí estoy sentada en una esquina, tomando mi café con vainilla y leche, haciéndome la tonta con el periódico mientras llega. Espero tenerlo en la orientación apropiada… si, si está bien. No quiero parecer una de esas tipas tontas con el periódico de cabeza. 
    A estas alturas del partido, no importa que me distraiga de la entrada. En cuanto el llega algo cambia. El café huele mejor, se ilumina un poco más el interior. Y todo es más lento, rítmico. Su cabello castaño claro se mueve un poco con una brisa inexistente. Se oye un rock suave de fondo, y todo detrás de él se pone borroso. Le sonríe a la barista, porque así es él, todo sonrisas. Que no diera yo porque esas sonrisas fueran para mí, solo para mí. Mejor aún, que tuviera una sonrisa SOLO para mí. Una sonrisa que le llegue a los ojos y que le ilumine la mirada. Y ahora lo siento, una sonrisa en mi cara. Demonios. Siempre que lo veo sonrío como idiota. Levantemos el periódico. Que no me vea, que no me vea. Que. No. Me. Vea.
    Maldita sea, ser amigos en internet es una cosa y tratar de hablarle en la vida real es otra. Todas las conversaciones ensayadas en mi cabeza nunca se hacen realidad. Hemos platicado de libros, de películas y de televisión, demonios, hasta de política. Es tan adicto a la televisión como yo. Y la verdad es una de mis fantasías que llegara a decirme: ¿Sabes qué?, tú y yo somos mi OTP en la historia de mi vida. Me. Muero. Ya estoy sonriendo de nuevo como estúpida.
    Allá va, café en mano. Tal vez…, tal vez mañana si me anime a saludarlo en la fila.
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